El sector ortoprotésico, formado en nuestro país por más de 3.000 establecimientos, desarrolla su actividad bajo unos marcados estereotipos que generan en la sociedad una imagen falseada o al menos muy alejada de la realidad diaria de sus profesionales. A través de este blog, pretendemos ofrecerte un retrato detallado de un colectivo profesional que apuesta por un continuo proceso de adaptación a las Nuevas Tecnologías y por una cuidada y esmerada atención a sus pacientes.

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¿Qué es la ortopedia?

Ortopedia, del latín ‘orto’ (correcto, corrección) y del griego ‘paideia’ (educación, enseñanza), es un servicio sanitario que incluye, además de todas las prestaciones relacionadas con las órtesis, prótesis y productos de apoyo, el proceso educativo que requiere cualquier corrección de una discapacidad. Un proceso terapéutico y rehabilitador en el que son claves el asesoramiento y acompañamiento de un técnico ortoprotésico y la adaptación personalizada del producto ortopédico a las necesidades de cada paciente.

Teniendo en cuenta esta definición inicial, la ortopedia se convierte en la actualidad en una especialidad protagonista en el proceso de recuperación e integración efectiva de un segmento de la población cada vez más importante en nuestra sociedad afectado por algún tipo de discapacidad que limita su autonomía personal. Casi cuatro millones de personas mayores de seis años, según la Encuesta de Discapacidad, Autonomía Persona y situaciones de Dependencia de 2008.

Pero, ¿cuáles son los orígenes de la ortopedia? El ser humano desde sus orígenes ha tratado de remediar las consecuencias de una fractura de hueso o incapacidad derivada de una enfermedad. Así, se ha podido demostrar que el ser humano del Paleolítico ya se las ingeniaba para inmovilizar un miembro fracturado con una férula rudimentaria fabricada con los elementos que estaban a su alcance. O que la primera evidencia de la utilización de muletas se remonta al menos al año 2800 a.C. en el portal de la tumba de Kirkouf (Egipto).

Fue en el siglo XVIII cuando la ortopedia comienza a consolidar los pilares que sustentan su actual razón de ser. A Nicolás Andry, profesor de Medicina de la Facultad de París, se le atribuye el primer uso de la palabra ortopedia; mientras, en Orbe (Suiza) se crea en 1790 el primer instituto para el tratamiento de las deformidades del esqueleto.

Y es que durante la segunda mitad de esta centuria se inicia el comienzo de lo que podría calificarse como el periodo moderno de la ortopedia. Un periodo de perfeccionamiento de la especialidad que se consolida durante todo el siglo XIX a través de su colaboración con otros campos de la ciencia, entre los que se podrían mencionar a la bacteriología, la anatomía, la técnica operatoria o la química.

Con este bagaje sobre sus espaldas la ortopedia no deja de desarrollarse y perfeccionarse durante el siglo XX, muchas veces de la mano de los periodos de guerras que protagonizaron sus primeros cincuenta años. En la actualidad, la ortopedia se enfrenta a nuevos retos relacionados con las patologías, cada vez más frecuentes, relacionadas con el envejecimiento de la población. Nuevos retos que afronta con avances tecnológicos (como la impresión 3D) y con un claro objetivo: alcanzar el bienestar de la persona como su fin principal.

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