El sector ortoprotésico, formado en nuestro país por más de 3.000 establecimientos, desarrolla su actividad bajo unos marcados estereotipos que generan en la sociedad una imagen falseada o al menos muy alejada de la realidad diaria de sus profesionales. A través de este blog, pretendemos ofrecerte un retrato detallado de un colectivo profesional que apuesta por un continuo proceso de adaptación a las Nuevas Tecnologías y por una cuidada y esmerada atención a sus pacientes.

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Profesionales en continua formación

Si no lo ha experimentado ya en alguna ocasión, sabrá que al entrar por primera vez por las puertas de una ortopedia comienza una relación con el técnico en ortoprotésica que le atiende tras el mostrador que no le dejará indiferente. Ya sea para un familiar o para usted mismo, este profesional sanitario se convertirá desde ese mismo momento en un aliado, en uno de sus principales apoyos para dar con una solución eficaz al problema de salud que le pueda quitar el sueño en esos momentos.

La propia naturaleza de las órtesis, prótesis y productos de apoyo con las que se trabaja en una ortopedia (adaptadas al milímetro a las necesidades y fisonomía de cada paciente) obliga a estos profesionales a entablar una relación muy estrecha con cada paciente. Conocer sus deseos y necesidades o resolver las dudas que le surgirán a lo largo del proceso de fabricación y adaptación del producto en cuestión, se convierten en requisitos fundamentales a cumplir para un sector profesional que se caracteriza por sus altos niveles de exigencia. No debemos olvidar que en este tipo de establecimientos no se venden productos estandarizados de uso general, sino todo lo contrario: en la mayoría de los casos, cada artículo es único, personalizado.

Pero, ¿cómo llega a formarse un buen técnico en ortoprotésica? En una primera etapa, este tipo de profesionales aglutina 2.000 horas de estudios académicos, a las que deben sumarse 370 horas de prácticas en talleres de establecimientos de ortopedia. Durante este extenso periodo, los estudiantes reciben formación sobre materias tan diversas como el diseño y moldeado anatómico, biomecánica, atención psicosocial, adaptación de productos de apoyo, anatomofisiología y patología básicas o iniciativa emprendedora.

Una carga formativa que no cesa a lo largo de la carrera profesional de un técnico en ortoprotésica, que de media llega a reunir en cinco años de trabajo unas 300 horas de formación especializada. Un hecho, este último, que demuestra la continua evolución de un sector que se marca como principal objetivo mejorar la calidad de vida de sus clientes.

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